viernes, 27 de junio de 2014

Crónicas autónomas II: El peliagudo asunto de la vieja y la orina


Como miserable autónoma que soy, no tengo oficina.
Pero puedes trabajar desde casa, dirán algunos…


Mmmm… no. Pero eso es una historia para otro día.

La historia de hoy nos concierne a mí y a una señora mayor (que pasa de los setenta) con la que comparto el título de cliente habitual de una cafetería de mi barrio.

Veréis, yo siempre me siento en la misma mesa porque es la que tiene enchufe y además está alejada de la tele (particularmente útil los días de fútbol). Y esta señora tiene por costumbre sentarse en la mesa de al lado, con lo que quedamos en perfecta diagonal. Así que nuestras miradas se suelen cruzar.


Yo, las primeras veces que esto ocurría, le regalaba la típica sonrisita educada.


A lo que, extrañamente, ella siempre respondía así.


Yo intenté quitarle hierro al asunto. Pensé que la mujer tal vez estaba teniendo un mal día (o semana… o semanas). 
Pero, claro, teniéndola siempre al lado era difícil de ignorar. Así que cada vez que notaba que ella me miraba, yo:



Pero nada, la mujer seguía mirándome mal y me consta (porque lo he visto con mis propios ojos) que con las camareras es así:


Así que empecé a pensar… ¿qué puede ser?


¿Tal vez que trabajo con los auriculares puestos para no escuchar la radio?


¿Tal vez que siempre voy con el pelo hecho un asco y ella va repuesta?


¿Tal vez por qué tomo mucho café?


¿Tal vez por qué me lo tomo con leche de soja?


Pues no. 
No es ninguna de esas.
Por lo visto es mi ordenador. 
No le gusta mi portátil. 
Llegué a esta deducción porque un día que fui a leer manuscritos impresos y casi, casi… me sonríe.


Casi.
Pero, ¿por qué odia mi ordenador?
¿Por qué?


Y entonces sucedió…
Sucedió lo que sucede cuando uno se toma varias tazas de café... uno necesita ir al baño.
Y, claro, es una cafetería mona pero eso no significa que se pueda dejar el ordenador encima de la mesa. Así que, hice lo que hago siempre, escondí el cable debajo dela mesa y me llevé el ordenador al baño.

NOTA ACLARATORIA: Tengo el talento de ser flash para asuntos toileterescos.


Al minuto, literalmente (bueno, vale, … minuto y medio), volví a la mesa y me encontré con esto:


Seguido de esto: 


Y para rematar, mientras hurgaba dentro de su bolso dijo esta palabra:

                PORNO

Y yo:


Y se me escapó un: ¿qué?


A la que ella me miró con una altivez digna de la verdadera Maggie Smith, pero no me dijo ni una palabra (ni falta que hacía). 


Y yo me sentí así:


Y casi me disculpo, pero entonces caí en que no tenía nada por lo que disculparme.
Con lo que casi me explico, pero pensé que dijera lo que dijera la mujer no me iba a creer porque...


Con lo cual… voy a trabajar cada día a una cafetería donde piensan con soy una pervertida.
Pero…


En serio… no me importa…. ¡en serio!


Resultado actual de las Guerras Cafeterianas:


 Has ganado la batalla, pero no ganarás la guerra. 


(O tal vez sí…)


Continuará... 

2 comentarios:

  1. xDDDDDDDDDDDDDDDDD

    Alena hace cosas cochinas en baños públicooooooooos

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    1. Y por lo visto, a la velocidad del rayo! Guiño, guiño!

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